Por qué odio conducir (y probablemente tú también)

22 de septiembre de 2025

Hay algo que necesito sacar de mi pecho: odio absolutamente conducir. No es que me disguste, no es que me parezca levemente molesto, sino que genuina y profundamente lo odio. Y a juzgar por las conversaciones que he estado teniendo últimamente, estoy lejos de ser el único con este sentimiento.

No siempre fue así. Como mucha gente, antes conducir me parecía liberador. Cuando saqué mi licencia por primera vez, pasear con amigos se sentía como la libertad misma. Conducíamos a cualquier lugar y a todas partes, con las ventanas bajadas, la música alta, sin preocupaciones en el mundo. Pero en algún momento entre entonces y ahora, esa alegría se vio aplastada bajo el peso de la realidad.

La rutina diaria que te agota

En estos días, conduzco 22 kilómetros todos los días. No parece mucho en el papel, pero cuando estás atrapado en un tráfico pesado sin alternativa, esos kilómetros se convierten en una sentencia de prisión. Cada mañana, me preparo para la inevitable frustración que me espera en el camino.

La cuestión es que conducir podría ser tranquilo, y a veces lo es. En esos raros momentos en que las carreteras están despejadas, cuando solo estás tú y la carretera abierta, hay algo casi meditativo en ello. Pero esos momentos son cada vez más raros. En cambio, estamos lidiando con la realidad del tráfico moderno, los conductores agresivos y el estrés constante de navegar a través del caos.

Cuando todos se convierten en la peor versión de sí mismos

Esto es lo que realmente me molesta: conducir convierte a personas normales y decentes en "egoístas, perezosas, impacientes, imprudentes, imbéciles narcisistas". Lo he visto suceder innumerables veces, y lo he sentido sucederme a mí mismo. La persona que abre las puertas a los extraños de repente se convierte en alguien que no dejará que otro coche se incorpore. El padre paciente se convierte en un maníaco furioso porque alguien lo cortó.

"Es la parte más estresante del día de la mayoría de las personas. Convierte a las personas normales en egoístas, perezosas, impacientes, imprudentes, imbéciles narcisistas. Todos estaríamos mucho mejor si condujéramos menos".

Esta observación golpea fuerte porque es muy cierta. Pasamos nuestros días tratando de ser buenas personas, luego nos subimos al volante y perdemos nuestra humanidad durante 30 minutos a una hora.

Las condiciones de conducción perfectas (que apenas existen)

Pregúntale a cualquiera qué hace que conducir sea tolerable y obtendrás la misma respuesta: carreteras vacías. Conducir solo es divertido "cuando no estás estresado, la policía no está al acecho, no hay nadie a tu alrededor o encima tuyo. Así que básicamente a las 3 de la mañana, en una zona aislada o en una carretera secundaria".

He experimentado esos momentos mágicos, generalmente a altas horas de la noche o temprano en la mañana cuando el mundo se siente vacío y la carretera te pertenece. Pero apostar por conducir a las 3 de la mañana no es exactamente una solución sostenible para los desplazamientos diarios y los recados.

Algunas personas han encontrado soluciones creativas. Una persona que conozco "se ha dado la vuelta y ha regresado a casa un par de veces a lo largo de los años al darse cuenta de lo llenas que estaban las carreteras", optando por hacer recados más tarde en la noche. Es un lujo que no todos pueden permitirse, pero muestra hasta dónde llegaremos para evitar el estrés del tráfico máximo.

La gran retirada de la carretera

La respuesta más reveladora que escuché fue de alguien que esencialmente ha renunciado a conducir por completo: "Conduzco lo menos posible... La mayoría de las personas en la sociedad nunca sabrían que existo porque me quedo mucho en casa y me encanta".

Esta persona encontró la paz simplemente optando por no participar en el sistema tanto como sea posible. Si bien no todos pueden convertirse en ermitaños, hay algo atractivo en minimizar nuestra exposición al estrés diario de conducir.

Encontrar formas de afrontarlo (o al menos sobrevivir)

Entonces, ¿qué podemos hacer? No todos podemos convertirnos en reclusos, y la mayoría de nosotros no tenemos el lujo de evitar conducir por completo. Aquí hay algunas estrategias que podrían ayudar:

El tiempo lo es todo

  • Haz recados durante las horas de menor actividad cuando sea posible
  • Utiliza aplicaciones de tráfico para encontrar rutas menos congestionadas
  • Considera trabajar desde casa con más frecuencia si tu trabajo lo permite

Cambios de mentalidad

  • Acepta que el tráfico está en gran medida fuera de tu control
  • Utiliza el tiempo de conducción para podcasts, audiolibros o música que disfrutes
  • Practica la respiración profunda cuando sientas que aumenta la furia en la carretera

Alternativas prácticas

  • Combina varios recados en viajes individuales
  • Utiliza servicios de entrega cuando el costo tenga sentido
  • Considera el transporte público para viajes de rutina si está disponible

El panorama general

Tal vez el problema real no es que todos seamos malos conductores o que las carreteras estén mal diseñadas (aunque ambos podrían ser ciertos). Tal vez es que hemos construido una sociedad donde conducir es obligatorio para el funcionamiento básico, y luego nos sorprendemos cuando nos hace sentir miserables.

Hemos creado un sistema donde llegar al trabajo, comprar alimentos o mantener relaciones sociales requiere participar en lo que muchos consideran la actividad más peligrosa y estresante de su día. No es de extrañar que todos estemos perdiendo la cabeza en la carretera.

Hasta que encontremos mejores soluciones (mejor transporte público, comunidades transitables o simplemente cambios culturales que reduzcan nuestra dependencia de la conducción), estamos atrapados administrando nuestra relación con algo que odiamos pero que no podemos evitar.

Por ahora, estoy tratando de encontrar esa calma esquiva al volante, de "simplemente que me importe una mierda" el caos que me rodea. Algunos días funciona mejor que otros. Pero al menos sé que no estoy solo en esta frustración. A veces, eso es suficiente para hacer que el próximo viaje sea un poco más llevadero.